martes, 6 de julio de 2010

Fútbol en trascendente

Me temo que este post va a quedar desactualizado en muy pocos días, pero no puedo resistirme a escribir sobre la selección de fútbol de la nación todavía conocida como España.
Posiblemente sepas que se trata de un equipo que ha alcanzado por primera vez en su historia las semifinales de un Campeonato del mundo y tal vez- sólo tal vez- esté camino de convertirse en un combinado legendario.
Lo que es evidente es que a día de hoy los 23 componentes de esta selección son las 23 personas más observadas, escrutadas, respaldadas y, probablemente, deseadas del país. ¿Esto es bueno o malo? ¿Nos hace mejores o peores?, ¿más listos o más tontos?
No tengo ni idea.
Pero en un pretencioso intento de dotar de magnificencia intelectual a los componentes de este equipo de nuestros desvelos, he pasado las últimas horas intentando encontrar una relación mínimamente plausible entre estos jugadores y algunos de los más influyentes pensadores occidentales de siempre.
Por puestos:
Me parece obvia la relación que la obra de Baruch Spinoza tiene con el comportamiento deportivo y social del portero llamado Iker Casillas.
Spinoza es famoso por creer que todo lo que ocurre en la realidad es una manifestación necesaria de la divinidad y que, por tanto, ignoramos las causas reales de nuestras acciones. Esto casa a la perfección con el determinismo que parece guiar la carrera de Casillas y sus intervenciones providenciales (en el sentido más literal) y con su incapacidad para explicar la fortuna y la oportunidad de las acciones que protagoniza, siempre decisivas y trascendentales.
El lateral derecho Sergio Ramos parece haber estudiado a fondo la obra del pensador francés del siglo XVIII, Jean -Jacques Rousseau. Este estableció la teoría del “buen salvaje”, en referencia al estado original del hombre que vive una solitaria y apacible existencia, preocupado tan sólo por satisfacer sus necesidades inmediatas y sin ningún apego a la disciplina, previsión o cualquier aspecto de la existencia social. Sin embargo, según Rousseau, en cuanto el individuo comienza a vivir dentro de un grupo social su libertad se ve limitada y debe encontrar una fórmula para actuar de acuerdo a la voluntad general del grupo.
Esta teoría debe haber influido poderosamente en Sergio Ramos, un “buen salvaje” que disfruta gozando de su libertad por la banda sin atender sus obligaciones con el grupo, pero que gracias a la experiencia de la convivencia toma conciencia de que debe conciliar sus obligaciones defensivas con el galope en libertad.
Hay una conexión entre el estilizado central Gerard Piqué y el gran filósofo británico David Hume que no puedo obviar de ninguna manera. En sus reflexiones sobre la identidad personal, Hume plantea que aunque estemos convencidos de que somos la misma persona de hace 5 o 10 años, no podemos encontrar nada que justifique esa idea. Un “yo” –dice Hume- es un “manojo de percepciones” en constante cambio, pero no un “yo” duradero. Por tanto , ese “yo” es tan sólo una “ficción oportuna”.
Esta teoría bien pudo haber sido decisiva en la transformación de Piqué en uno de los mejores centrales del mundo, cuando hace apenas cuatro años no era más que un rígido defensa con tendencia al sobrepeso que calentaba banquillo en el Manchester después de ser despreciado por el Barcelona. Piqué, probablemente, mutó de un yo frustrado a un yo dionisíaco, con un efecto decisivo en la autoestima que tan evidentemente se refleja en los campos de juego cuando su yo actual sale al corte con la elegancia clásica de los líberos sobrados de talento y audacia.
El mediocentro Xabi Alonso, organizador primario del juego de la selección española, desprende un conocimiento del juego que practica y una visión global tan precisa sobre sus peculiaridades espaciales que parece un alumno aventajado del idealista alemán Inmanuel Kant. En sus reflexiones sobre la estética trascendental contenidas en la Crítica de la razón pura, Kant afirma que para que las sensaciones sean referidas a objetos externos, o alguna cosa que ocupe un lugar distinto del nuestro, y, asimismo, para poder entender los objetos como exteriores los unos a los otros, como situados en lugares diversos, es necesario que tengamos «antes» la representación del espacio, que servirá de base a las intuiciones. El espacio, argumenta Kant, no puede ser un concepto del entendimiento puesto que los conceptos empíricos se elaboran sobre los objetos ya intuidos de forma sensible en el espacio y el tiempo; el espacio, como intuición, es anterior a cualquier intuición de objeto.
Claramente, Xabi Alonso piensa en el balón de fútbol y lo valioso de su posesión como bien preciado en el espacio predeterminado de la cancha de juego cuando lee a Kant y su referencia al objeto y su intuición.
Andrés Iniesta, ese pálido y taciturno manchego que oficia de interior izquierdo, representa todo lo que el influyente psicólogo humanista Abraham H.Maslow considera paradigma de un “autoactualizado” clásico.
El concepto de autoactualización de Maslow se define como la posibilidad de utilizar todo el potencial de una persona . Se refiere a que sólo unos pocos pueden “llegar a ser todo lo que uno es potencialmente capaz de llegar a ser”. Para alcanzar un estado completo de autoactualzación es necesario ser creativo, hábil para resolver los problemas y haber vivido al menos un momento cumbre (momentos de extrema felicidad y satisfacción con capacidad para cambiar una vida para siempre). ¿Es necesario recordar el mítico y decisivo gol de Iniesta contra el Chelsea para ejemplificar mejor un momento cumbre inapelable? Y desde luego, hábil y creativo no son adjetivos que casen precisamente mal con el pequeño gran centrocampista.
La agónica y cada día más dolorosa lucha del delantero Fernando Torres contra sí mismo está definida con precisión por uno de los filósofos más influyentes y revolucionarios del siglo XX: Martin Heidegger.
El pensador alemán es muy crítico con el pensamiento metafísico determinante, con la saturación de discursos que dicen lo que somos y lo que tenemos que ser, que dogmatizan. Para él la existencia humana no se da en el aire sino en el mundo y, por lo tanto, presupone siempre un contexto —un contexto histórico, social, político, epistemológico, ético, moral, etc, que despliega y al mismo tiempo limita sus modos de ser.
El delantero Torres es prisionero de los dogmas, de la suposición metafísica de que debe comportarse siempre como lo hizo en un contexto concreto e irrepetible. Parece condenado a vivir atrapado en el Prater de Viena goleando a Alemania. Es un bucle autodestructivo, porque está hecho de apariencia y no de realidad. Heidegger argumentaba que el Dasein (modo de ser) no puede ser siempre el mismo. Su esencia consiste en su existencia, en su tener-que-existir. Fernando Torres tiene que aprender a existir de nuevo. Sólo entonces llegaran los goles.

Podría extenderme reflejando las muy obvias similitudes entre el juego asociativo de Xavi Hernández y las teorías de Thomas Hobbes, o la ascendencia de Nietzsche sobre David Villa que tantos réditos está dando en el Campeonato del Mundo de Sudáfrica... pero corro el riesgo de que termine el mundial antes que el post.
Se trata de combatir la idea de que el fútbol es sólo un juego. Es más que eso: Es un escenario perfecto para mirarnos de cerca en un contexto de confrontación amistosa y apasionada. Lo suficientemente irracional para ser verosímil y lo suficientemente ingenuo para ser trascendente.
Oé oé oé.

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