viernes, 3 de septiembre de 2010

Diez años después, mejor reir que llorar

Hace diez años escribí esto:

Me temo que represento demasiado fielmente a un tipo de hombre que me había jurado despreciar. Un poquito escéptico, un demasiado sarcástico. Mucho menos ingenioso de lo que creía ser. Mucho más displicente de lo que cualquier mujer querría que fuera. Un tanto disperso. Dos tantos, mejor. Y ni siquiera he aprendido a escribir.
Creo que con Paula se fue el último vestigio de una era sin nombre. O con un nombre muy feo: juventud. Arggg.


Si pongo Isabel donde ponía Paula, diez años después me temo que represento demasiado fielmente a un tipo de hombre que me había jurado despreciar cuando aún tenía tiempo de cambiar.

1 comentarios:

Ana dijo...

No será para tanto. Se es joven mientras uno quiere y hay gente que nace vieja sin querer... Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver... deberías continuar el cuento igual, lo mismo al final encuentras una bonita moraleja, o una coda.

Publicar un comentario