jueves, 18 de noviembre de 2010

and I love him

Debo resolver una contradicción.
Durante la última década he defendido con pasión - en ocasiones sólo y ante mí mismo, aunque casi siempre en compañía de un bien amado señor moderno- que el músico más influyente de los últimos 50 años es Sir Paul McCartney. No es una afirmación especialmente transgresora, lo sé. Nadie con un oído a cada lado discute a estas alturas la importancia capital de McCartney en la creación, evolución e inspiración de la música popular de Occidente. Otra cosa es situarlo por encima de la otra gran deidad beatle: Un John Lennon que siempre ha gozado de mayor caché rockero, en parte gracias a esa imagen de atormentado rebelde con causa que tan bien cultivó en vida. La otra parte es más dolorosa y le otorgó para siempre un status de culto que Paul ya nunca podrá igualar.
El caso es que cuarenta años después de la disolución de los Beatles, ni siquiera los fans más acérrimos aceptan que el miembro de la banda que realmente habita en el subconsciente de miles de músicos en el mundo es Paul McCartney. Sus inconfundibles líneas melódicas, sus canónicos puentes y sus inflexiones vocales crearon un molde cuya ascendencia e influencia en la música popular supera a la de Lennon, su socio y rival histórico.
Sí, the Walrus was Paul.
Y para defenderme ante escépticos, lennistas irredentos o víctimas indefensas de No more lonely nights, enlazo orgulloso a gente como Elvis Costello, The Zombies, Elliot Smith, Queen, Ron Sexsmith, Cheap Trick, The Beach Boys, Wilco, Joni Mitchell, Matthew Sweet, Todd Rundgren, Charly García, Fleetwood Mac, Blur, Jackson Browne, Love, Deluxe, Green Day, Los Shakers, Big Star, Supergrass, Andrés Calamaro o Teenage Fanclub.
Más de uno tendría que pagar royalties al Sir, ¿no crees?

Pero, ¿cuál es la contradicción a la que me refiero?, ¿qué es lo que me hace sentir cierto complejo esquizoide cuando hablo de los Beatles?
¿Por qué me siento culpable a pesar de mi incansable defensa del legado y el poso histórico de McCartney?
Tal vez ahora lo entiendas... Estas son en estricto orden las 16 (únicas) canciones que detesto de los Beatles:
16. Every little thing
15. Eleanor Rigby
14. Drive my car
13. The long and winding road
12. Michelle
11. Wild Honey Pie
10. Good day sunshine
9. Blackbird
8. Tell me what you see
7. Eight days a week
6. Yellow submarine
5. Revolution 9
4. Let it be
3. Yesterday
2. Ob-la-di, Ob-la-da
1. And I love her

Creo que no necesito aclarar quien es el autor de 14 de las 16 canciones de esta lista. Sí, es el mismo tipo al que llevo toda mi vida adulta reivindicando como el beatle importante, el arquitecto, el de la impronta universal.
Está bien, let it be.


4 comentarios:

Ana dijo...

la única canción un poco demasiado mema de Beatles (que no odiosa) es Hellow Goodbye. Y el mejor, Beatle, clarísimamente George (no existe canción en el mundo como Something)

Verónica dijo...

Está muy bien explicado: a mí me sucede lo mismo con McCartney y coincido en prácticamente toda la lista. Y sí: "And I love her" es para pusilánimes. Siempre he sido más de Harrison que de Lennon. Pero con la vida fui asintiendo: McCartney.

Señores Modernos dijo...

Justina,
No puedo odiar de ninguna manera Hello Goodbye, pero es ideal para definir mi ambivalencia McCartniana: es una canción infantil, cursi y pomposa pero al mismo tiempo exuberante,radiante y cautivadora. Y qué arreglos!
Por otro lado, yo también adoro a George, of course. Aunque tampoco es Something una canción que me caiga muy simpática. ¿Mis favoritas de Harrison con los Beatles?
Savoy Truffle, Think for yourself y Taxman.

Frankie Ber dijo...

La única buena versión de Wild Honey Pay la tienen los Pixies. Paul es inmamable y su música también. Lo siento, soy Lennon 100%. Y de la lista de deudores de Sir Paul, nomás rescato a The Zombies, Elliot Smith y The Beach Boys, los demás pudieron haberse hechos famosos en myspace y desaparecer de la misma efímera manera en la que aparecieron. Me gusta su blog, señor Íñigo, espero conocerlo pronto. Un abrazo.

Publicar un comentario